Recuerdan trágico destino del Teatro del Progreso

Ícono de la Ciudad de Monterrey en la segunda mitad del siglo XIX, el Teatro del Progreso logró arraigar el arte escénico en la vida del estado, a pesar de su trágico destino.

Desde la invasión norteamericana en 1846, Nuevo León contaba con espacios para disfrutar representaciones escénicas, como el patio del Colegio de las Niñas, actual sede del Museo Estatal de Culturas Populares. 

Tras la consolidación del estado de Nuevo León, aseguró el dramaturgo Luis MArtín Garza, en el estado se observó la necesidad de crear un espacio donde el arte fungiera como entretenimiento y un lugar para los artistas que estaban naciendo. 

Así fue como en 1857 el entonces gobernador Santiago Vidaurri inauguró el Teatro del Progreso, un espacio que vino a consolidar la identidad norestense en materia de arte teatral.

“De alguna manera necesitábamos ese tipo de relaciones porque era una ciudad que crecía no solo en los aspectos industriales sino también en diversión y cultura”

Luis Martín Garza, Dramaturgo

Historia del Teatro del Progreso

Antes del Teatro del Progreso, los dramas que se presentaban en los escenarios del momento eran de origen español o francés, debido a la influencia cultural extranjera que se vivía en el país. 

Un ejemplo de lo anterior fue la obra El hijo de la tempestad, Larga-espada El Normando, escrita por el francés Monsieur Bounchardy.

Posterior a la inauguración de este espacio, se convirtió también en una plataforma para desarrollar el trabajo de los artistas del norte de México, quienes ante la falta de espacios realizaban sus presentaciones en el centro y sur del país. 

El Teatro del Progreso abrió nuevas oportunidades para pintores y escultores que apoyarían en el diseño de la escenografía de este espacio que marcó el arte del noreste mexicano.

Con el interés teatral que fue formando en el siglo XIX, Nuevo León logró posicionarse como uno de los estados con los mejores escenarios del país, destacando el Teatro del Progreso.

La calle del teatro

Conforme la construcción del Teatro del Progreso fue avanzando, Escobedo, la vía en la que se construyó, fue nombrada como “la calle del teatro”.

Aunque las razones son simples, la carga simbólica fue mucho más interesante. 

Luis Martín Garza precisa que este lugar contaba con grandes dimensiones y con una arquitectura muy significativa de la época, por lo que identificarlo a lo lejos resultaba bastante sencillo. 

Si uno ve fotos de 1860 y ve hacia el centro, el único espacio grande que se observa es el Teatro del Progreso. Era lo más importante de la ciudad. Luis Martín Garza

Consolidado como un espacio icónico de Monterrey, el año de 1896 fue de grandes contrastes para el Teatro del Progreso, ya que albergó la presentación de la artista Emma Junch, una reconocida soprano austriaca, pero un trágico incendio dio fin al primer teatro en el noreste de México. 

Este incidente no agotó los deseos de que la ciudad contara con un espacio digno para la actividad teatral, por lo que se construyeron consecutivamente dos teatros más también llamados Del Progreso.

Sin embargo la fatalidad selló sus destinos, al ser consumidos igualmente por sendos siniestros, llevándose consigo el primer gran acto del arte dramático de Nuevo León.

Las tres sedes del Teatro del Progreso

1.- Teatro del PRogreso de la calle Escobedo, de 1857 a 1986

2.- Salón de variedades El Progreso, creado por los hermanos Rodríguez y ubicado en las calles de Zaragoza y Padre Mier.

3.- Teatro del Progreso inaugurado en 1908 en donde se localizaba el Cine Elizondo. 

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